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Guía completa de la Playa del Muelle y la Casa de la Real Aduana en Puerto de la Cruz, Tenerife

En pleno corazón histórico de Puerto de la Cruz se esconde la Playa del Muelle, una pequeña cala de callaos negros protegida por antiguas murallas, barcas de pesca y la imponente Casa de la Real Aduana. Esta guía te muestra, paso a paso, qué ver y qué vivir en este rincón con sabor atlántico.

Vista panorámica de la Playa del Muelle con barcas amarradas y la Casa de la Real Aduana al fondo en Puerto de la Cruz, Tenerife.

Desde la explanada principal se aprecia la silueta de la Real Aduana y, a la izquierda, el diminuto puerto donde todavía faenan pequeñas embarcaciones. Las aguas tranquilas y la pendiente suave convierten esta cala urbana en un lugar perfecto para un chapuzón rápido o para contemplar la salida de los pescadores al alba.

Vista lateral de la playa de callaos y los edificios que rodean la cala del Muelle en Puerto de la Cruz.

La arena volcánica da paso a cantos rodados oscuros que resguardan la escollera. Los hoteles y apartamentos con balcones de madera añaden un contraste pintoresco y recuerdan la arquitectura tradicional canaria.

Fachada principal de la Casa de la Real Aduana con balcones de madera y cruz de piedra.

Construida en el siglo XVII, la Casa de la Real Aduana fue durante años la puerta fiscal de Tenerife. Hoy alberga el Museo de Arte Contemporáneo Eduardo Westerdahl y un punto de información turística, combinando patrimonio y cultura en un mismo edificio.

Panel informativo sobre la historia de la Casa de la Real Aduana en varios idiomas.

Frente a la fachada encontrarás un panel trilingüe que explica el origen de la Aduana, su remodelación y la importancia estratégica del antiguo embarcadero.

Rampa peatonal con barandilla de acero inoxidable que conecta el paseo con la Playa del Muelle.

El acceso cuenta con una rampa adaptada que facilita la bajada a la orilla tanto a personas con movilidad reducida como a familias con carritos. El Ayuntamiento ha pavimentado el entorno con adoquines de piedra basáltica para mantener la estética del casco antiguo.

Camino empedrado sobre el espigón que conduce al mirador del viejo castillete defensivo.

Pasear por el espigón es trasladarse a la época de corsarios y comerciantes. En el extremo se alza una pequeña batería defensiva que vigilaba la entrada de navíos. Desde aquí se obtienen las mejores vistas del Teide cuando el cielo está despejado.

Pequeñas barcas de pesca amarradas junto a la grúa azul del varadero en el puerto.

Aún hoy, la presencia de barcas pintadas de vivos colores recuerda el pasado pesquero de la ciudad. La grúa azul permite sacar las embarcaciones para su limpieza y mantenimiento.

Escultura de bronce que representa a una vendedora de pescado con cesta sobre la cabeza en la plaza del Muelle.

La escultura rinde homenaje a las mujeres portuenses que, durante décadas, transportaron pescado fresco desde las barcas hasta los puestos del mercado municipal.

Estatua de bronce de la Virgen del Carmen sosteniendo al Niño frente al mar.

Patrona de los marineros, la Virgen del Carmen preside cada 16 de julio la emotiva procesión marítima que recorre esta bahía. Su imagen se bendice en el muelle antes de navegar escoltada por decenas de barcas.

Hornacina con imagen marinera decorada con flores frescas en una fachada de piedra.

Muchas fachadas del litoral portuense guardan pequeños altares como este, muestra de la estrecha relación de la comunidad con el océano Atlántico y sus tradiciones.

Visitar la Playa del Muelle permite descubrir en pocos metros la esencia histórica, cultural y marinera de Puerto de la Cruz. Ya sea para darse un baño, admirar la arquitectura tradicional o degustar pescado fresco en los restaurantes cercanos, este rincón atesora experiencias auténticas con vistas inmejorables al océano.